LA NOCHE EN QUE FRANKENSTEIN LEYÓ EL QUIJOTE

22 de enero de 2016 Este libro habla de casualidades, oportunidades y azares de la vida. Como la oportunidad que tuve de conocer a Santia...

22 de enero de 2016

Este libro habla de casualidades, oportunidades y azares de la vida. Como la oportunidad que tuve de conocer a Santiago Posteguillo el pasado mes de junio en San Miguel de los Reyes. 

He de decir que de él sólo conocía lo que me contaban mis alumnos cuando se leían alguna de sus novelas históricas: Africanus, La traición de Roma, Los asesinos del emperador…

Y me he alegrado mucho de leer La noche en que Frankenstein leyó el Quijote, porque me ha gustado lo que he leído y porque al acabar he recordado a mis mejores profesores de Literatura: Pilar, Raúl, Arcadio, Evangelina, Jose Luis… Con ellos no sólo aprendía el contexto y las características que envolvían a una obra o a un autor. Ellos eran capaces de transmitirme la inquietud y la pasión que llevaba a los escritores a contar historias. A sentir aquello que decía un poeta: “en sus manos no hay un libro, tiembla un hombre”. 

Cuando leía los relatos de este libro me daba la sensación que estaba oyendo al mismo Posteguillo en una de sus clases de la Universidad. Y allí sentada en una de las aulas he oído cómo Dostoievsky dictaba a Ana sus historias, he gritado con Raymond Chandler que nadie saliera de la trinchera, he sentido cómo Max Brod no pudo quemar los textos de su amigo la noche de su muerte frente a la chimenea, me he sentado en una butaca del salón donde D. José Zorrilla leía uno de los mejores discursos de la RAE en verso, … He disfrutado tanto que ahora mismo necesitaría tomarme un café con el autor para preguntarle más cosas y tendría que leer Un día en la vida de Ivan Denisovich, El señor de los anillos, París en el siglo XX, Ivanhoe, … tendría que leérmelo todo, pero en un minuto. 

Aquella tarde de verano en el claustro de uno de los mejores edificios de Valencia fue él mismo el que me animó a leer estos relatos y los de La sangre de los libros. Y no sólo me animó a leerlos, también me sugirió que lo leyeran mis alumnos. Entonces le pedí, ocultando mi vergüenza, que viniese al cole para contarnos cómo se escribe, cómo se lee, cómo se inspira un escritor. Y parece ser que en primavera tendremos ocasión de conocer mucho mejor a este magnífico profesor. 

Hace muchos años, como nos recuerda este escritor, un hombre dejó perplejos a los miembros de su tribu con un relato o quizá una mujer cuando se inventó un cuento sobre las nubes y las estrellas. 

Una vez más las casualidades propician nuevas oportunidades. Seguiré con los ojos abiertos y atenta a estas ocasiones que hacen que siga emocionándome y temblando al oír nuevas historias.

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