EL SISTEMA

14 de julio de 2016 El sistema  de Ricardo Menéndez Salmón no es una novela habitual, tampoco lo es su protagonista. Se trata de una h...

14 de julio de 2016


El sistema 
de Ricardo Menéndez Salmón no es una novela habitual, tampoco lo es su protagonista. Se trata de una historia alegórica en la que el Narrador, así se nombra al protagonista, observa su vida y al narrarla nos narra la de todos.

Leer El Sistema es como parar el tiempo y recorrer en un instante el principio y el fin de la Historia del hombre. Es como salir del movimiento giratorio de la Tierra en el que estamos sumergidos y contemplarlo todo desde un punto del Universo. Es parar el reloj y buscar un porqué, si es que lo hay. 

El hombre podría ser el prototipo, el ejemplar más perfecto, el modelo de virtud… pero, sus acciones y sus relaciones humanas lo han llevado a la barbarie y a su propia destrucción. Y se convierte así en su propio “lobo”, de manera que para sobrevivir necesita reorganizarse y crear un sistema perfecto y ordenado donde el caos y la violencia en todos los sentidos no le impida vivir. 

Ricardo Menéndez Salmón hace responsable al Narrador de contar todo lo que sucede, porque de alguna manera es necesario verbalizar lo que vivimos para ordenarlo y, sobre todo, para entenderlo. Pero el protagonista no lo sabe, tampoco el lector. Nosotros los lectores somos simples oyentes. Espectadores. Él es un observador innato con una facilidad extraordinaria para narrar.

La novela se divide en tres cantares y un epílogo. El lector escucha el primer cantar, “En la estación meteorológica”, distante del relato y con la frialdad que acompaña a la tercera persona. En este cantar se narran datos, acciones y pensamientos que nos ayudan a familiarizarnos con el protagonista y a entender su vida de rutinas y de servicio. Pero también conoce a la vez el devenir de la Historia. Es como si se entretejiera lo íntimo con lo general. Andamos sobre las dos vías del mismo tren, paralelas y unidas, quizás, en el infinito.

“En la academia del sueño”, el segundo cantar, el relato se hace más íntimo porque la expresividad y la emoción de la primera persona nos acerca al protagonista e incluso, sentimos con él la pérdida de su familia, el miedo a no soñar, la incertidumbre de su futuro, la responsabilidad cada vez más evidente, … 

Por último, en el tercer cantar, “En el Aurora”, la segunda persona intimida y apela directamente al protagonista y con él, al espectador; de manera que sientes que viajas como Noé en el Arca porque quieres salvarte, buscar la vida y el porqué de todo. Sólo al final de este relato se alude al Amor como aquello que todavía no ha sido traicionado. 

En el epílogo el escritor concluye desde la mirada del protagonista con un viaje dantesco a lo más profundo del ser humano, a su esencia. El escritor externo es el escritor interno. Por fin, las dos miradas se unen. Una vez más los ojos, la mirada nos muestra y nos cautiva. La Literatura sirve como lo ha hecho desde el principio de los tiempos para salvarnos de nuestro propio mundo y liberarnos de nuestros propios pensamientos. 

Cuando lees El Sistema parece que estás oyendo en la plaza de un pueblo a un juglar narrando las hazañas de un caballero o a unas mujeres lavando en un río, mientras cuentan las penas y dichas del amor más prohibido. Incluso parece que estás oyendo los relatos de los primeros humanos. 

Me sorprende cómo el autor de esta novela ha utilizado las mismas técnicas de oralidad que acompañan al ser humano desde el principio de los tiempos, pero cambiando la forma de narrar y contar. A veces con demasiados circunloquios o excesos de citas y "literaturización".

Literatura dentro de Literatura para hablar de ideas, formas, pensamientos, filosofía, historia, política… Lo sublime no es sólo esta reflexión, sino la manera que tiene de hacerlo, porque lo hace con un estilo literario que ha roto los moldes clásicos. Sin duda, es una novela extraordinaria, en la vanguardia de la prosa española.

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